Marzo de 1854. Tras un año de conflictos en Rusia y la alianza formada por Francia, Gran Bretaña y Turquía, estos últimos declaraban la guerra al imperio de los Romanov. Se iniciaba la Guerra de Crimea.

Dejaremos de lado las estrategias económicas y geopolíticas de esta contienda. Centraremos nuestra atención en una mujer, Florence Nightingale, enfermera y matemática. Un “ángel guardián” que aplicó las matemáticas a la sanidad y salvó miles de vidas.

 

la dama de la lampara

 

Florence Nightingale nación en Florencia (Italia) en 1820 pero se crió en Inglaterra.  Su padre, William Nightingale, creía que las mujeres debían tener educación. Y así lo hizo. Florence y su hermana estudiaron latín, griego, Historia y Matemáticas. Florence tenía un talento natural para las matemáticas y las ciencias. Su madre, en cambio, estaba preocupada por mantener en el rol femenino de la época: encontrar marido a sus hijas.

Cuando Florence cumplió 23 años, dijo a sus padres que quería convertirse en enfermera. Sus padres se negaron ya que asociaban la profesión con la clase trabajadora.

Pasaron 7 años de negativas. No fue hasta que su pretendiente Lord Houghton se casó con otra en 1850 que Florence recibió el permiso de dedicarse a la enfermería. Con 30 años, Florence se fue a trabajar al hospital Kaiserworth en Alemania. Dos años después volvió a Londres y consiguió lo que había ansiado: Fue nombrada directora de residentes del hospital de mujeres inválidas en Harley Street.

Scutari y la dama de la lámpara

Retomaremos la Guerra de Crimea. Las historias que aparecían en los diarios informaban de las condiciones de los hospitales del ejército británico. El secretario de Estado de Guerra, Sidney Herbert,  al tanto de los problemas sanitarios, posibilitó a Nightingale y a un grupo de 38 enfermeras voluntarias que partieran hacia el Imperio Otomano, concretamente al hospital militar de Scutari, en Turquía.

Fue la primera vez que se les permitió a mujeres servir oficialmente en el ejército.

Cuando llegaron se encontraron  con una escena horrible: Los soldados heridos recibían tratamientos totalmente inadecuados por parte del sobrecargado equipo médico. Los suministros médicos escaseaban, no había equipamiento para procesar los alimentos de los pacientes, la higiene era pésima y las infecciones muy comunes.

Lo primero que hizo Nightingale fue poner a sus enfermeras a limpiar el lugar y asegurarse de que los heridos estuvieran alimentados y vestidos apropiadamente. No obstante, ni los mejores esfuerzos pudieron reducir la tasa de mortalidad. En el invierno de 1854  más de 4000 soldados murieron,

El hospital era más eficiente pero igual de mortal.

En la primavera de 1855, el gobierno británico envió una comisión sanitaria para investigar las condiciones del hospital. Descubrieron que el hospital militar estaba construido sobre una cloaca y que los heridos bebían agua contaminada. Limpiaron los vertederos contaminantes y mejoraron la ventilación. Esto redujo la tasa de mortalidad sustancialmente.

Fue durante su estancia en la Península de Crimea cuando Nightingale adquirió su apelativo como “La dama de la lámpara”. Originalmente concebido en un artículo del Times en el que se hablaba cómo, cuando los enfermos dormían, una enfermera con una lámpara caminaba  por los pasillos velando a los convalecientes, este sobrenombre se popularizo gracias a un poema de 1875 escrito por Henry Wadsworth:

“Los heridos en la batalla,

En lúgubres hospitales de dolor;

Los tristes corredores,

Los fríos suelos de piedra.

¡Mirad! En aquella casa de miseria

Veo una dama con una lámpara.

Pasa a través de las tinieblas vacilantes

Y se desliza de sala en sala.

Y lentamente, como en un suelo de alegría,

El paciente mudo se vuelve a besar su sombra,

Cuando se proyecta en los obscuros muros”.

Florence Nightingale

 

Aunque no le entusiasmara la idea de la celebridad, Florence comprendió que su fama sería una poderosa arma en su misión de salvar vidas.

A su vuelta a Inglaterra, en 1856, se reunió con la Reina Victoria y la convenció para persuadir al gobierno de establecer una comisión para investigar la salud del ejército.

Su talento para la estadística se puso de manifiesto. Junto con el estadístico William Farr y Jonh Sutherland, de la comisión sanitaria, analizaron datos complejos y revelaron que la causa de 16.000 muertes de las 18.000 no fueron causadas por heridas de batalla sino por enfermedades prevenibles cuyo contagio se debía a la falta de higiene.

El éxito de Florence Nightingale no fue sólo lograr una estadística de las muertes. Su verdadero éxito fue crear una manera revolucionaria para presentarlo. Un diagrama fácil de comprender para todo el público: El diagrama de la rosa.  Su infografía mostraba la caída de las muertes tras la labor de la comisión sanitaria: habían bajado un 99% en sólo un año.

Diagrama de la rosa Florence Nightingale

 

Gracias a su gráfico, y la facilidad para entender su contenido, se creó una gran sensibilidad hacia la higiene en el ámbito médico y, fruto de su fama inspiró la creación de la Cruz Roja.

En 1859 publicó sus más famosos libros, “Notas sobre enfermería” y “Notas sobre hospitales”, y el año siguiente se fundó una escuela de enfermería en su nombre.

En su libro “Notas sobre enfermería” intentaba educar a la gente sobre la manera de atender a los familiares y vecinos enfermos, pero ella quería hacer más por los menos pudientes de la sociedad. Intentó que el cuidado médico estuviera al alcance de todos, sin importar clase o sueldo, sirvió como precursor para el Servicio Nacional de Salud.

A Florence Nightingale, precursora de la enfermería moderna y verdadera matemática por su amor al razonamiento, le debemos esta revolución en los cuidados sanitarios que salvó millones de vidas.

 

 

 

LEON-CASTELLA, Alejandra. La dama de la lámpara. Florence Nightingale (1820-1910).(en línea). (Fecha de consulta: 17 mayo 2015). Disponible en: http://www.cientec.or.cr/equidad/nightingale.html

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