Las Sirenas, Ondinas y Xanas son algunos de los personajes mitológicos que se extienden por toda Europa. Sin embargo, dependiendo del folklore estos cambian. Pueden ser temibles como las Sirenas con las que se enfrenta Ulises o bellos como la famosa Sirenita del cuento de Hans Christian Andersen. Las Ondinas y Xanas de la cultura popular astur tienen ciertos elementos comunes con las sirenas, ya que también se les asocia al agua.
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Las sirenas de la cultura clásica.
Las sirenas son genios marinos y, a pesar de lo que se suele pensar, son mitad mujer y mitad ave. Se las considera en muchas ocasiones como hijas de la musa Melpómene o de la musa Terpsícore y del dios- río Aqueloo o del dios marino Forcis.
Se las menciona por vez primera en la Odisea, en las su número suma sólo dos. No obstante, en otras tradiciones posteriores se citan cuatro: Teles, Redne, Molpe y Telxíope. Hay que tener en cuenta que los nombres cambian dependiendo del mito. Los estudiosos las relacionan con la música.
Según la leyenda más antigua las sirenas habitaban una isla del Mediterráneo y con su música atraían a los navegantes que pasaban por sus cercanías. Los barcos se acercaban a la costa hipnotizados por los cantos de estos seres, donde naufragaban por las rocas y acantilados. Las sirenas, entonces, devoraban sus imprudentes ocupantes. Los Argonautas también tuvieron que bordear la isla de estos monstruos. Sin embargo, Orfeo, que iba en el barco, tocó y cantó de forma tan melodiosa, que los héroes no sintieron la tentación de acercarse a sus macabras costas. Sólo Butes oyó la música de las sirenas y saltó al agua para ir a su encuentro. Pero fue socorrido por Afrodita.
Ulises mandó a sus navegantes que se taparan los oídos para evitar escuchar el fatídico canto, mientras que él se hizo amarrar al mástil con la orden de que bajo ningún respecto nadie le desatará. Fue por el consejo de Circe, la bruja, que Ulises actúo de este modo salvando su vida y la de sus hombres. Cuando Ulises oyó la música sintió un irresistible deseo de ir hacia la isla, pero sus marinos se lo impidieron. Las sirenas despechadas se arrojaron al mar, donde perecieron.
Se ha discutido la doble naturaleza de las sirenas. Según Ovidio fue a petición suya que les entregó alas para poder seguir a su compañera Perséfone, cuando fue raptada por Plutón. Sin embargo, otra tradición cuenta que fue un castigo de Deméter por permitir el rapto de su hija. Otros mitos afirman que el castigo provenía de Afrodita, que les había arrebatado su belleza por despreciar los placeres del amor.
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Las Ondinas o Sirenas del mundo germánico.
Sea como fuera en esta mitología la figura de la sirena se acerca a la de la Ondina propia de los cuentos de origen celta o germano. Las Ondinas solían también atraer a los incautos y ahogarlos en sus ríos o los hacían sus prisioneros.
En las historias de los hermanos Grimm se encuentran varias Ondinas que secuestran a sus víctimas y las llevan al fondo de sus estanques. Los cautivos deben servirse de la magia para escapar de estas brujas marinas. Uno de los cuentos narra la historia de dos amantes que se ven separados por una Ondina. Ella con la ayuda de una vieja hechicera va por tres veces al borde del estanque con la luna llena para rescatar a su esposo, la primera vez con un peine de oro, la segunda con una flauta y la tercera con una rueca. El hombre consigue salir del estaque, pero la Ondina les envía una ola gigante que separa de nuevo a los esposos. Años después vuelven a encontrarse y viven felices desde entonces.
Entre estas historias hay una que llama la atención al viajero que se interna en la rivera del Rhin. Es el cuento de Lorelei, la sirena del Rhin. El acantilado del Lorelei, en la parte alta del valle que forma el río Rhin, es famoso por su peligrosidad. La estrechez del paso y las rocas provocaron muchos naufragios, que dieron lugar a la leyenda de esta Ondina llamada Lorelei o Loreley.
Se cuenta que Lorelei era una muchacha que fue traicionada por su amado. Ante la desesperación no vio otra salida que saltar desde el acantilado desde don pudo ver por última vez el castillo de su antiguo amor.
Sin embargo, otra historia narra que Lorelei es la hija del Rhin, una sirena u Ondina. La leyenda la describe como una mujer de hermosos cabellos dorados, que por la traición de su amante, conducía a los marineros a las rocas donde encontraban la muerte. Era por su belleza y su canto que los hombres trepaban los empinados riscos, pero cuando estaban a punto de alcanzar ella desaparecía. Los pobres marineros acababan despeñándose al abismo y ahogándose en las aguas del Rhin.
Cuentan que hubo un joven llamado Ronald que insistió por descubrir a la hermosa joven vestida de blanco y con el cabello de oro, a la que se solía ver encima del acantilado. A pesar de las advertencias que le hicieron se dirigió hacia allí convenciendo a un barquero. Cuando la sirena apareció el muchacho quedó hipnotizado por su belleza y su canto. Olvidando donde se encontraba saltó del barco para ir en su búsqueda. Pero una tormenta se desató justo en ese momento llevándose a Ronald para siempre. El barquero atemorizado comenzó a rezar hasta que el tiempo amainó. Ya no había rastro del muchacho, sólo se oía el oleaje y el canto de la Ondina.
El padre de Ronald sintió tanto la pérdida de su hijo que ordenó a sus hombres que trajeran a la culpable. Estos llegaron al anochecer al maldito acantilado. Cuando estaban escalando una niebla dorada los envolvió y la figura de la mujer de blanco apareció en lo alto. La sirena les preguntó airada por el motivo de su viaje y los hombres le dijeron que la buscaban a ella para hacerla pagar por su crimen. Entonces Lorelei arrojó su collar de perlas al agua y una tormenta surgió de la nada. Las olas se elevaban cada vez más alto. Dos de estas olas con forma de caballos se llevaron a la Ondina al fondo del Rhin. Ya nunca más se la volvió a ver, pero sí se oyen aún sus cantos.
Estas Sirenas u Ondinas del folclore alemán se distancian de la figura romántica del cuento de Andersen. Son más similares a la imagen clásica, ya que se tratan de brujas marinas que destruyen a los hombres. Cabe destacar que no hay una dualidad en ellas. No se las describe como mitad pájaro o mitad pez, sino como mujeres de gran belleza. Sí comparten con sus primas griegas la capacidad de hipnotizar a sus víctimas con la música.
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La Sirenita de Andersen.
El cuento de Hans Christian Andersen es el que nos ha traído esa imagen de la sirena como un personaje bondadoso, que luego ha sido reproducido por Disney. Sin embargo la productora americana modifica la historia, como suele hacer, para darle un final feliz. La historia del danés no termina con la boda del príncipe con la sirenita, sino que ésta se transforma en una criatura del aire, siendo la única que pasa por los tres ámbitos, al agua, la tierra y el aire.
El cuento de Andersen estaba enfocado a la búsqueda de un alma inmortal, ya que el autor enfatizaba muchos en sus historias el mensaje cristiano. Las sirenas de su cuento su criaturas bondadosas que viven en un mundo utópico, pero al no ser hombres no tienen alma inmortal. La Sirenita movida por la curiosidad decide convertirse en humana y aventurarse en el mundo del príncipe al que ama.
Pero este joven está enamorado de otra chica y es con ella con la que decide casarse. Las hermanas de la Sirenita le dan un cuchillo de hueso, que les ha entregado la bruja del mar- la misma que ayudó a la Sirenita a convertirse en ser humano. Si mata al príncipe se salvará, si no se convertirá en espuma de mar. La joven heroína no es capaz de matar a la persona a la que ama y tira el cuchillo al mar. Por ello es recompensada y, en lugar de desaparecer, se transforma en un ser del aire. Estas criaturas tampoco tienen alma inmortal, pero pueden lograrla a través de sus buenas acciones.
El cuento de este autor danés tiene una clara moraleja, como ocurre con frecuencia en sus historias. La Sirenita no es un monstruo que hipnotiza a los hombres ni los devora o les lleva a la muerte. Sin embargo, la bruja del mar que viven en castillo construido de huesos humanos y tiene de mascotas serpientes, criaturas fantásticas, mitad animales mitad plantas.
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Xanas, las sirenas astures.
Para cerrar este artículo queda por mencionar a la sirena de España, las Xanas. Éstas tienen la apariencia de jóvenes hermosas con largos cabellos dorados. Aparecen en la noche, sobre todo en la noche de San Juan, junto a fuentes o cuevas, elementos sagrados de la cultura celta. Suelen tener peines de oro u otros utensilios también de este metal e. incluso, ganados.
Cuando se nombra a Dios o a la Virgen las Xanas huyen, lo que marca su origen pagano. También se las conocen con el nombre de Encantadas o Mouras y su mito se extiende por las tierras astures, leonesas y gallegas. Se tratan de Ondinas similares a las de la mitología germánica.
Una peculiaridad de estas sirenas es que a veces cambiaban a sus propios hijos por los de los humanos. Si la mujer humana se da cuenta del cambio, puede recuperar a su hijo. Una forma de lograrlo es hacer que el hijo de la Xana reconozca su verdadera edad.
Las Xanas o Sirenas españolas no siempre son malvadas. Aunque con el cristianismo se las asoció a las sirenas grecolatinas. Sin embargo, se encuentran mitos que narran matrimonios mixtos entre hombres y xanas, lo que se creía que reforzaba el linaje. Esto sería una creencia muy extendida que trata de divinizar a un personaje vinculándolo con un ser mágico.
La variedad de leyendas y de figuras que se asocian a las sirenas u ondinas no deja de llamar la atención. No cabe duda que forma parte del imaginario de nuestras tierras. Son seres mágicos siempre bondadosos y suelen ser vengativos. Son antiguas divinidades de los ríos y fuentes de la cultura celta y germánica o monstruos caníbales en la grecolatina.
“A la orilla la mar, oyí cantar la Serena, valáme dios que bien canta, una cosa tan pequeña”
Bibliografía:
Álvarez Peña, Alberto, (2003), Mitología Asturiana, Gijón, ed. Picu Urriellu.
Graves, Robert, (2009), Los mitos griegos, ed. Coleccionables.
Grimal, Pierre, (1981), Diccionario de Mitología Griega y Romana, Barcelona, ed. Paidós.
Grimm, J. y W., (2012), Todos los cuentos de los hermanos Grimm, Madrid, ed. Rudolf Steiner.
Homero, (2000), Odisea, Madrid, ed. Gredos.
Varios autores, (2012), Los cuentos de hadas clásicos anotados, ed. De María Tatar, Barcelona, ed. Crítica.