Se puede afirmar que la Saturnalia romana es lo que dio lugar a las fiestas de carnaval. La saturnalia se celebraba originalmente entre febrero y marzo. Saturno era el antiguo dios romano de la siembra y la replantación. Para los campesinos las fiestas estaban regidas por las estaciones y por las actividades que se llevaban a cabo en ellas. De ahí que tenga sentido pensar que la festividad a un dios de la cosecha caiga en el momento en que se plantan los campos. Esto explica porque el martes de carnaval se celebrara en Europa con danzas y bailes para estimular el crecimiento de las mieses.
La asociación entre el carnaval y la Saturnalia también daría cuenta de su elemento lúdico y orgiástico, ya que se considera una forma de estimular a los campos. Los pueblos primitivos partían de una participación mística entre el agricultor y la simiente, así como entre el cazador y la presa. Esta conexión simpatética aclara el motivo porque las fiestas vinculadas al campo, como puede ser la fiesta de los mayos o el propio carnaval, supone un desenfreno y una relajación del orden.
Quizás para hacer de freno o de contrapunto a estos elementos dionisiacos el carnaval en la cultura cristiana antecede a la abstinencia de la cuaresma. No sólo se recupera el orden social normal, sino que se entra en una etapa de reflexión acompañada de ayunos y penitencias. Puede deberse esto a una continuación natural de un periodo de temperancia que los campesinos observaban incluso antes de la era cristiana. Tanto el carnaval como la cuaresma serían fruto de la magia simpatética, que llevaba al agricultor a ayudar a la Madre tierra.
Esto daría cuenta a su vez del origen de la cuaresma cristiana, que suele decirse que simula los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto. Pero ¿por qué colocarlo justo antes de la pasión? Pudo deberse, como ocurre con otras fiestas, que aprovecharan un ritual pagano. Podrían haberse basado en los rituales en honor a la diosa Perséfone, que pasaba la mitad del año en las tiemblas del infierno.
La diosa griega del grano era llorada anualmente mientras se realizaba una procesión con una imagen suya tallada en un árbol. No se sabe con exactitud cuándo se celebraban estos rituales, pero una posibilidad sería precisamente el momento en el que la semilla descansa en la tierra. En el lenguaje mítico esto se simbolizaba con el enterramiento de Perséfone. Los lamentos de Deméter y de las demás madres iban acompañados de ayunos e, incluso, se abstenían del lecho nupcial. La cuaresma moderna mantendría está idea de lamentación por el hijo perdido. Estas lamentaciones quedan representadas en otros ritos como el de Atis y Cibeles o el de Tamuz y Astarte. El ayuno se vería como una privación del cuerpo del dios o diosa del cereal y como preparación de una comida sacramental. De ahí la similitud entre los rituales con la imagen de la Mater Dolorosa en lugar de la diosa del cereal.
Se encuentra un rito parecido en Birmania, al cual se ha denominado la cuaresma budista. Durante los tres meses que dura la siembra se realizan lamentaciones y ayunos. Los estudiosos piensan que el ritual es anterior al budismo, como ocurre con la cuaresma cristiana. Se le considera un tiempo de oración y abstinencia. Al igual que la tierra se prepara para la cosecha, el alma lo hace para la eternidad.
Cuaresma y carnaval pertenecerían en la cultura europea a antiguas festividades vinculadas a la labranza. La ruptura del orden y los elementos orgiásticos del carnaval o de la Saturnalia darían paso a un momento de recogimiento, símbolo de la muerte de la simiente en la tierra antes de brotar con la plenitud de la primavera. Este momento también tendría su festividad, la cual se conoce como los Mayos o el Palo de Mayo. En todos estos casos se muestra la unión entre el hombre y la naturaleza. Si la fiesta del primero de mayo está unida a la vida, al renacimiento, el carnaval y la cuaresma lo está a la muerte.
No hay que olvidar que las religiones tienen normalmente una temporalidad cíclica que supone una relación entre contrarios. Para que haya primavera tiene que haber invierno. Vida y muerte, primavera e invierno, desenfreno y ayuno. Se representa así el ciclo natural y la propia totalidad del hombre.
A la muerte del dios o diosa seguía su resurrección acompañada de alegría. En Roma y en otros lugares esta alegría tomaba el aire de un carnaval, había un desenfreno general, la gente podía decir y hacer lo que quisiera, se eliminaba la autoridad y la gente recorrían las calles disfrazadas. Todos estos son elementos que sobreviven en el carnaval. Éstos no sólo recogen estos rasgos de los antiguos rituales, sino que también se ve el rol social. Al igual que en la Saturnalia hay una inversión de los papeles tradicionales, una sátira y pérdida del orden habitual. En Grecia y en Roma se dotaba a los esclavos de libertad y de poder durante estos días
En algunos lugares las fiestas de carnaval terminaban con un juicio burlesco de la personificación del Carnaval. Se condenaba a muerte a una efigie o un joven caracterizado. También se celebra su entierro al atardecer del miércoles de ceniza. En estos últimos casos se pasea a una efigie de gran barriga por las calles del pueblo seguido de insultos y chanzas. Se recordaba los excesos que había cometido el pecador y por los cuales se le iba a quemar vivo. La andrajosa figura de Martes de Carnaval era finalmente quemada mientras los chiquillos del pueblo bailaban y cantaban alrededor.
Bibliografía:
Frazer, James George, (2011), La Rama dorada, Magia y Religión, México, ed. Fondo de Cultura económico.