Las últimas revelaciones sobre el Santo Sudario situado en Turín, descubren conclusiones importantes para el cristianismo, desvelando el misterio que durante siglos no había encontrado respuesta.
Los lienzos con los cuales las mujeres cubrieron el cuerpo sin vida de Jesús de Nazareth cuando descendió de la cruz, han plasmado la imagen de Cristo y fueron conservados celosamente por los cristianos desde su Resurrección. Los discípulos fueron quienes vieron el Sudario por primera vez, cuando acudieron al sepulcro para comprobar la versión de las mujeres, que decían haberlo visto resucitado, tres días después de su muerte. Se encontraron con la sábana mortuoria pero no vieron el cuerpo, sino en apariciones posteriores que se describen en las Sagradas Escrituras.
Pero la historia de este lienzo santo se remonta al año 1532, cuando fue recuperado del incendio que tuvo lugar en la Catedral de Chàmbery (Francia), donde guardaban las dos telas. El cuerpo de Jesús fue cubierto con una de ellas y contenía sus manchas de sangre y otra más pequeña con la cual la Verónica enjugó el rostro de Cristo, cuando se dirigía con la cruz a cuestas camino al calvario, donde fue crucificado. Durante el siniestro se envolvieron ambos lienzos en una sábana y luego se observó, que la misma imagen se había reproducido.
La Iglesia a raíz de este acontecimiento, dispuso que el Santo Sudario quedara en Turín y que Francia por haber custodiado durante más de dos siglos la reliquia, tuviera una copia. La segunda fue enviada a España, donde aún se conserva la tela que cubrió el rostro de Cristo en Oviedo, ciudad que la custodiaba siglos atrás de los musulmanes. Pero el rey Felipe II envío la réplica a la primera ciudad que se fundó en Argentina, evangelizada por el apóstol Santiago y hasta nuestros días es conservada y expuesta al público por la orden de los dominicos en Santiago del Estero.
Fue en el año 1898 cuando el fotógrafo Secondo Pia al trabajar en su laboratorio, sobre las fotos del Sudario, se encontró con la imagen del rostro de Cristo, que se veía con total nitidez. Fue a partir de este descubrimiento que los científicos comenzaron a buscar respuestas, numerosas teorías intentaron explicar este milagro como lo llama la Iglesia. Pretendían demostrar que no era una pintura, ni una fotografía, y que las marcas no se produjeron por quemadura alguna. Solicitaron permiso al Vaticano para someter un fragmento a los más avanzados estudios. Luego de 10 años consiguieron dicha autorización y comenzaron a realizar toda clase de análisis, con las fibras y partículas.
En el siglo XX se efectuó la prueba del Carbono 14 y el resultado afirmaba que era una farsa, porque el lienzo no tenía más de 600 años de antigüedad. Parecía que no quedaban dudas y el misterio habría sido resuelto, pero el Doctor Garza Valdez (microbiólogo), encontró una fina película de bacterias en las fibras de la tela, que podían estar distorsionando esta prueba y en 1996 se realizó nuevamente.
Se demostró que no era una falsificación como se pensaba y que las manchas que presenta son de sangre humana, coincidiendo con las heridas de Cristo por la crucifixión, confirmando así la autenticidad del Santo Sudario.
Surgieron diversas explicaciones, procurando asegurar como quedó impreso el cuerpo de Cristo en esta tela y se mantuvo más de 2000 años. Explicaban que era producto de una reacción química de los gases que producía el cuerpo en descomposición, al estar en contacto con los materiales del lienzo. Otras hablaban de los posibles efectos de la radiación sumados al paso del tiempo, pero lo cierto es que han quedado descartadas por exámenes sofisticados, que han comprobado otras razones.
En el lino no existen restos de pintura ni pigmentos, por lo cual no es una pintura ni se podrían reproducir con tanta exactitud los elementos descubiertos. Así por ejemplo, las flores que colocaron sobre el tejido, son originarias de Jerusalén y las marcas del látigo con puntas que se utilizaba en la época, coinciden con las heridas de la espalda de Jesús, cuyas puntas desgarraron la piel.
Las marcas de las espinas en la cabeza así como los clavos en sus muñecas, junto al corte por lanza del costado y otras huellas no han podido ser dibujadas con tanta exactitud. Pero lo más asombroso es la cantidad de sangre encontrada en las fibras de lino, que luego de los análisis han certificado que pertenecen a un crucificado por la cantidad derramada y la forma de adherirse.
El elemento que los sindólogos (estudiosos del Santo Sudario), observaron cómo determinante, fue el polen, cuando analizaron las 49 especies que fotografiaron. Buscaban determinar el origen del Sudario, porque al haberse encontrado flores existía polen y las muestras coincidían con especies exclusivas de las estepas de medio Oriente (Turquía, Palestina). Coinciden con la tradición cristiana que describe el traslado del Santo Sudario hasta llegar a Turín. Otra prueba importante son las fotografías 3D que muestran que la imagen corresponde a la reflejada y que es imposible de grabar.
Los científicos no han podido responder cómo se formó dicha imagen, pero si pueden asegurar lo que no es. La teología continúa preguntado quien creéis que soy, como dijo Cristo, pero ningún laboratorio ha podido responder. Queda por tanto a la interpretación personal y a las creencias de cada uno responder si se trata de un fenómeno excepcional o de un milagro.