El descubrimiento de la tumba intacta de Filipo de Macedonia, padre de Alejando Magno, acrecentó el interés en todas partes del mundo. Las polémicas crecieron renovando las investigaciones y las conjeturas políticas sobre el antiguo reino de Macedonia.
El arqueólogo Manolis Andronikos descubrió en 1977, la tumba en la que descansaba Filipo II, asesinado por el guardaespaldas del rey Pausanias, durante la boda de Cleopatra, su hija. Los historiadores comentan que posiblemente habría tenido un affaire con este joven, que lo asesinó sin piedad con su espada ante los asistentes al banquete. Los soldados lo mataron de inmediato protegiendo al rey, razón por la cual no se conocen los motivos de este crimen. También se cree que Alejandro Magno, su hijo, junto a su madre encargaron el asesinato porque eran conocidas las frecuentes discusiones que mantenía con su progenitor y las diferencias matrimoniales con su esposa Olimpia. Fuertes rumores los incriminaban, pese a ello Alejandro fue reconocido rey, frente a cadáver paterno.
Se construyó de inmediato una tumba real, porque Filipo II fue el rey más importante de Macedonia, logró controlar Grecia y la península de los Balcanes. El mausoleo debía ser imponente para quién propuso la invasión de Persia. Edificada en Egas, actual Vergina, donde indicaba la tradición que fueran sepultados los reyes. Con el tiempo fue quedando en el olvido y hasta la ciudad se perdió para los mismos saqueadores, que no reconocían el lugar de la tumba, hasta 1977 cuando fue descubierta. La importancia de este enterramiento radica en las constantes exploraciones que se hacían, para determinar el sitio exacto de la antigua Egas, primera capital del reino. Fue en 1937 cuando Konstantin Rhomaios (arqueólogo), encontró la tumba con un grandioso trono de mármol.
Desde 1952 Andronikos continuó las excavaciones con su equipo hasta 1977, cuando visualizaron en un montículo de grandes dimensiones dos tumbas, la primera saqueada pero la segunda intacta. Cuando pudieron retirar la piedra, vieron una escalera que conducía a lo que sospechaban, era la tumba de un monarca muy importante de Macedonia. Una construcción esplendorosa de gran tamaño y lujo, con las paredes interiores de murales decorados, un espacio dividió en dos bóvedas.
Se reconoció un sarcófago de esplendido mármol, que contenía una urna funeraria llamada larnax, con el símbolo de la realeza del reino, era de oro con 16 estrellas y los restos estaban incinerados. Numerosas piezas en oro entre ellas: objetos de gran riqueza y la corona con símbolos del dios Zeus, incrustaciones de casi 70 bellotas de oro, pero se conservaba con signos que indicaban que fue quemada.
La polémica a raíz de estas reveladoras evidencias surgió por el valor político de esta tumba, buscando reivindicar en este lugar el territorio de la República de Grecia. Antiguamente el reino de Macedonia estaba en poder de Yugoslavia y se procuraba la independencia del estado como República, consiguiendo tal objetivo en 1991. El arqueólogo griego Manolis Andronikos, fue reconocido por este célebre encuentro y considerado héroe del país. Las controversias históricas son dispares, aunque Andronikos apoya las evidencias, porque identificó que dicha tumba era de Filipo II. Entre sus consideraciones se destacan las dimensiones y calidad de los ajuares, que solo podían pertenecer a un gran rey. Para confirmarlo se fundamentó en las dos bóvedas, que revelan por su forma y otros elementos arquitectónicos la construcción en etapas distintas. Además de la rapidez del enterramiento por la repentina muerte del rey y la ausencia de tallado en la laja de piedra del sarcófago. Un factor determinante para adjudicar la tumba a Filipo II, son los daños en el cráneo donde se apreciaban lesiones físicas, probablemente por las actuaciones militares del rey.
Las últimas investigaciones confirman que los huesos recuperados, pertenecen al rey macedonio Filipo II, se examinaron 350 huesos y fragmentos de cenizas del cofre. Las distintas patologías reconocidas, muestran que tuvo traumas de guerra. En la segunda tumba los restos son de una mujer, quizá la hija del rey escita Ateas. Se acompañó este estudio con 3.000 fotografías digitales, rayos X, tomografías computarizadas, microscopía electrónica, entre otros análisis. Este debate de décadas sobre el esqueleto del padre de Alejando Magno, parece haber encontrado respuesta, es un increíble descubrimiento tan importante para Grecia, como la tumba de Tutankhamón para Egipto. Otras hipótesis se mantienen expectantes sobre los restos femeninos, aunque no podemos dejar de lado que se continúan realizando investigaciones, para tener certeza sobre este hallazgo.