Cinco siglos después la Conferencia Episcopal española, ha solicitado formalmente la petición de beatificar a la reina Isabel la Católica. Recientemente con el aniversario de los 500 años de su fallecimiento, su vida ha sido muy cuestionada. Un personaje que parece incómodo para quienes le atribuyen hechos macabros, mientras otros la consagran como santa.
Acusada de varios episodios se le atribuye: envenenar a su hermano Alfonso para ocupar el trono y ordenar la muerte de Pedro Girón, quien pretendía su mano. Otras afirmaciones hablan de apoyar el fallecimiento de Enrique IV, hermanastro, además de ocupar la corona de Juana la Beltraneja, su sobrina. Sobre la Inquisición se la acusa de atemorizar con procesos y penas en la hoguera, desterrar a judíos, masacrar indios en América y ser soberbia, racista y autoritaria. Un personaje complejo para los historiadores que analizan su accionar, con versiones opuestas que revelan formas diferentes de juzgarla. Por un lado Bartolomé de las Casas reconoce a Isabel la Católica como: “el santo celo, intenso cuidado, continuo suspiro de la dicha Señora muy alta Reina, a favor de estas gentes” y por otra parte el reconocido cronista Bernáldez relata: “La más temida y acatada reina que nunca fue en el mundo”.
Sus detractores han cuestionado a los Reyes Católicos de no fomentarán la reunificación nacional, motivo que dio lugar a muchas leyendas contradictorias. Fuentes históricas no han podido confirmar los distintos supuestos sobre su intolerancia, fanatismo o racismo. Un claro ejemplo son las aseveraciones sobre su falta de cuidado personal, pero los informes confirman su pulcritud y esfuerzo por mantener la higiene del pueblo, inclusive sus médicos dejaron testimonio de su preocupación comentando: “por la higiene o los alimentos”.
En relación a su tendencia racista, Isabel la Católica no convirtió a los indios de América en súbditos de pleno derecho. Nombres de judíos de gran estirpe dan prueba fehaciente de que no era racista, como Alonso de Cartagena, fray Hernando de Talavera y otros. Esta clase de ataques se han producido durante la expulsión de judíos y la reconquista. Los testimonios demuestran que los Reyes Católicos, eran apreciados en Europa por sus actuaciones y no se movían por intereses económicos, como sucedió en otros países (Francia, Inglaterra, etc.). Existe constancia de su preocupación personal por evitar abusos en los bienes de los judíos, con la Real Provisión de 18 de julio de 1492, que castigaba todo maltrato, procurando ataques contra la población.
En cuanto a las conversiones, Isabel la Católica no era partidaria de imponer la fe por la fuerza, expresando su postura con la Real Cédula de 27 de enero de 1500. Su gestión tuvo méritos importantes, que dan prueba auténtica de su interés por no adjudicar funciones públicas, sin méritos personales. Procuró en su tiempo que las mujeres tuvieran educación académica y al respecto decía: “no es regla que todos los niños son de juicio claro y todas las niñas de entendimiento obscuro”.
Su personalidad humanitaria se reflejó cuando en 1945, decidió poner en libertad a los indios que trajo Colón y vendió como esclavos. Fue constante su preocupación por los más pobres, demostrada en las indemnizaciones a huérfanos, viudas y débiles de la Guerra Civil de Castilla, pese a la pobreza en ese momento de las arcas del reino. Procuró la Evangelización en el Nuevo Reino, expresando durante la colonización su afán por llevar la fe, como queda constancia en varios documentos históricos.
Innumerables testimonios demuestran, que fue una mujer probablemente santa por su excepcional forma de actuar y vivir. Los ataques contra Isabel la Católica no tienen fundamentos y representan el temor de sus enemigos, ante su grandeza. Sin duda la marcada lucha política lleva a intentar menoscabar a la reina, pero los testimonios y opiniones en su favor, desmienten estas historias. Personalidades importantes como Gregorio Marañón, Washington Irving, Pfandl, Marcel Bataillon, Ortega y Gasset o Eisenhower, entre otros, destacan su gran humanidad y su fortaleza como mujer y reina. Las afirmaciones en su contra no tienen consistencia en la historia, ni están comprobados los datos que la desacreditan, pero en cambio su humanidad y espiritualidad ha quedado totalmente demostrada. Sin evidencias totalmente probadas, no podría solicitarse oficialmente su beatificación, porque no se daría lugar al trámite, que requiere acreditación para iniciar dicho proceso.
