La crueldad del zar Iván IV, ha trascendido en la historia y muchos estudiosos han buscado el origen y las causas de su accionar despiadado en contra de su pueblo. Considerado un ser infernal, por las maldades cometidas al final de su vida. Durante sus primeros años de reinado, se vivió una gran estabilidad y su plan económico fue considerado muy acertado.

Con su gestión en Rusia, Iván IV el Terrible llegó a conquistar la gran Siberia y su dimensión a nivel territorial fue increíble. El zar descendiente de vikingos, tenía una personalidad atormentada por lo cual se lo llamó el Terrible. Durante el siglo XX, los informes revelaron el origen directo de sus maldades. Fue proclamado como zar de Rusia en 1547, y en esos años la única señal que podía hacer presuponer su locura, fueron los asesinatos que encargó de sus enemigos. También el episodio en el cual lanzó a los perros desde las murallas del Kremlin. Desde que llegó al poder y durante varios lustros, intentó que su pueblo cambiara de opinión sobre él, pero dirigía a la llamada guardia negra. Este grupo cumplía sus órdenes y asesinaba en todo el país impunemente, además de cometer genocidios. Por estos hechos era temido y odiado por sus súbditos.

Un suceso destacado, fue cuando mató a su hijo Iván Ivanovich en 1581, golpeándolo con su bastón de hierro terminado en punta, durante uno de sus ataques de ira. Un impacto fulminante de Iván IV el Terrible, quien quizá no quiso matarlo, pero no pudo dominar su estado de furia. Con motivo de éste suceso se vio sumido en una gran depresión y dejó de lado su fe, comenzando a participar de rituales de brujería, con magos que llegaban de los territorios del norte. La historia cuenta, que sus gritos eran tremendos y se escuchaban en las calles de Moscú. Su locura se mantuvo hasta el día de su muerte cuando el zar Iván IV, estando muy lúcido esa mañana y después de un gran desayuno, pidió jugar al ajedrez mientras cantaba. Cuando estaba por comenzar la partida, cayó con una inesperada convulsión y murió a los 53 años en 1584.

Un grupo de expertos científicos, intentó reconstruir el rostro del zar Iván IV. Mientras investigaban y analizaban sus rasgos y restos óseos encontraron la causa de su locura. Posiblemente las muchas enfermedades venéreas, que contrajo Iván El Terrible durante su juventud, como la sífilis, fue el principal motivo de su perturbada mente. En el siglo XVI los tratamientos para estas afecciones, eran a base de mercurio en grandes proporciones, suministrado en cada dosis. Actualmente, se conoce que ingerir este metal de forma líquida y en exceso, provoca alteraciones neurológicas como la depresión y la ira.

Con las analíticas de los restos de Iván IV el Terrible, se ha descubierto que las cantidades suministradas, destrozaron su personalidad. Este es el motivo más probable de su conducta y violencia, sin precedentes en el mundo. Durante los años que estuvo en el poder, Rusia se debilitó, mientras el resto de Europa incluida España, vivían un siglo de oro. La conquista de Siberia no evitó el desgaste del reinado de Iván IV, consolidándose su maldad y convirtiéndolo en el más temible gobernante.

Su sucesión fue complicada, porque había matado a su primogénito y eran sus hijos menores los posibles aspirantes al trono. Su hijo Dimitri, nacido fuera de su tercer matrimonio, no podía ser su sucesor según la ley, que regía en esos momentos. Por este motivo lo sucedió su hijo Fiodor, quien sufría incapacidad mental y fue el último que representó su dinastía. El país se vio inmerso en una gran confusión, debido a las conspiraciones en su contra, hasta que llegaron en el siglo XVII los Romanov. Fueron sin duda épocas difíciles, envueltas en las terribles actuaciones del zar, que se vio afectado por un metal como el mercurio. Este líquido suministrado al zar, causó la muerte y destrucción a Rusia. Un misterio que parece haber quedado resuelto y que fue la causa del enorme daño que sufrió todo un pueblo, por la influencia de una mente perturbada y los estragos de la química.