Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío de Madrid. Éste es el título completo, que junto con El 2 de mayo o La carga de los mamelucos se han convertido en dos de los cuadros con mayor carga dramática de la historia del arte español. Convertidos en símbolo de la búsqueda de la libertad de un pueblo y la lucha bélica.
Cuenta la leyenda que Goya vivió estos episodios muy de cerca, que desde su vivienda en la Quinta del Sordo, pudo ver la matanza sirviéndose de un catalejo, y que una vez terminados los disparos, en el silencio de la noche se acerca al lugar para tomar apuntes de lo que posteriormente sería una obra maestra, y que no retrataría hasta seis años después, ya que el cuadro data del año 1814.
Pero, pongámonos en situación, ¿Qué está pasando en España para que sucedan actos tan crueles como los retratados en estos lienzos?
Ni más ni menos que una serie de acontecimientos que darán lugar a la Guerra de la Independencia Española (1808- 1814), dada la invasión de la tropas napoleónicas en ese país.
Antecedentes de la Guerra
Para entender la Guerra debemos en primer lugar, hablar de la decadente monarquía del momento: el rey de España, Carlos IV, su corte, y todo lo que le rodea, especialmente la persona de su valido, Manuel Godoy.
Aunque España pretendía conseguir un estado moderno con ideas ilustradas (impulsadas anteriormente por Carlos III) en los planes del monarca no estaba acabar con el modelo existente, la monarquía absoluta.
La llegada al trono del heredero del anterior, Carlos IV, no se preveía fácil.
Su reinado comienza en 1788 y se prolonga hasta el año 1808; su mujer fue la reina María Luisa de Parma (que era su prima), con la que tuvo 14 hijos (aunque solo 7 llegaron a la edad adulta).
Pertenecían a la rama de los Borbones, que acaban de ser despojados de su poder en Francia, con el comienzo de la Revolución francesa en 1789.
Sus primeros ministros fueron Floridablanca y Aranda, políticos con amplia experiencia.
Ese mismo año (1789), el monarca español, convoca las Cortes, teniendo como objetivo principal que juraran a su hijo Fernando, pero las cortes se disuelven por el miedo a que acaben en levantamiento, como había pasado en Francia con las de 1789, por lo que se aprovecha para prohibir cualquier panfleto que aludiese al país galo, incluída una censura de prensa.
Después de sus malas gestiones con la política exterior, en 1792 y debido a las conspiraciones de la reina María Luisa de Parma con Godoy – de quien siempre se dijo fue su amante – éste ocupa el lugar de secretario de estado de la Corte.
El gobierno bajo el mando de Godoy. Estalla la guerra.
Godoy, que no era más que un militar de origen humilde , tomando las riendas del gobierno promovió ciertas reformas que fueron el principio del fin.
Se unió a las potencias del Norte de Europa en contra de los franceses revolucionarios, buscando la liberación de la familia real, no pudiendo sin embargo evitar la ejecución de Luis XVI.
La primera campaña contra los revolucionarios fue un éxito, sin embargo, en la segunda, Francia recuperó varias plazas ocupadas por los españoles, conquistando Figueras por sorpresa y llegando a Castilla a través de los Pirineos donde no se les opuso resistencia. La derrota fue inminente y las potencias del norte firman la paz de Basilea, devolviendo Francia a España algunas plazas, a cambio de la isla de Santo Domingo.
Pero después de todo aquello, Godoy decide aliarse con Francia para ayudarla a conquistar Inglaterra (tratado de San Ildefonso, 1796), si España no destaca en la lucha militar por tierra, tampoco estaba preparada para una guerra naval, resultando perdedora en una de las peores batallas para el recuerdo español, la batalla de Trafalgar que ganó con ventaja Inglaterra bajo el mando del conocido almirante Nelson.
A pesar de ésto, la alianza con Francia no llegó a su fin, al contrario, se reforzó de nuevo con el tratado de Fontenebleau en 1807, firmado con Napoleón, para la invasión franco – española contra Portugal, y el permiso de España a que las tropas francesas pasasen por nuestro país para tal fin.
Sin embargo, esta derrota deja a España arruinada y Godoy asume una política de subida de impuestos y desamortizaciones que ponen a todas las clases sociales en su contra.
A raíz del tratado, España quiere repartirse Portugal con Francia y les facilita el paso a través del país, entrando las tropas bajo el mando de Murat; sin embargo los galos van tomando distintos puestos y parecen más un invasor silencioso y no un aliado.
Napoleón buscaba hacerse con el norte de España, el pueblo estaba cada vez más agitado por el desafortunado desarrollo de los acontecimientos.
En este contexto, en la Corte las intrigas y disputas no cesaban, provocando una crisis de estado con difícil solución.
Los hechos desembocan en el motín de Aranjuez en el año 1808, promovido por la nobleza y el clero que buscaban la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando VII (de quien se dice, fue la cabeza principal de este motín). Consiguendo su objetivo, Fernando VII ocupa el trono y evidencia los problemas que la monarquía vivía en ese momento.
Carlos IV, sintiéndose traicionado por su pueblo y su propia familia, escribe a Napoleón para pedirle ayuda.
Napoleón llama a Carlos IV y a Fernando VII a Bayona. Lejos de prestar su ayuda, y sin mayor resistencia de los monarcas, los destituye para poner en el trono a su hermano José Bonaparte, a el que los españoles (que lo odiaban) ponen el mote de Pepe Botella.
Comienza la guerra
Las noticias llegaron al pueblo, cuya inquietud era cada vez más elevada.
La gota que colmó el vaso fue la noticia de que los franceses querían llevarse por la fuerza, del Palacio Real, a los infantes Francisco de Paula y Antonio, levantándose la plebe contra las tropas de Murat en la mañana del 2 de mayo de 1808.
Se comenzó una lucha entre el pueblo y las tropas francesas, la muchedumbre se tiró contra los carruajes e insultaron a las tropas. Murat envió inmediatamente un batallón que disparó a la gente indefensa. Poco después en la Puerta del Sol hubo una lucha en la cual las tropas se ensalzaron contra el pueblo de una manera muy violenta, destacando los lanceros polacos y la crueldad de los mamelucos de la guardia imperial francesa. Durante esta lucha se unen algunas tropas españolas que salen a defender al pueblo destacando la de héroes como el teniente Daoiz y el capitán Velarde, símbolo de una guerra que empezaba, el 2 de mayo de 1808.
Durante el levantamiento se fueron apresando a los resistentes, sobre todo a los que portaban armas. Se les condena a muerte de inmediato. Es precisamente lo que se describe en el cuadro al que hacemos mención.
Se calcula que pudieron ser fusilados unos mil españoles aquella noche en distintos lugares de Madrid -el Paseo del Prado, la montaña del Príncipe Pío, la Puerta del Sol…- la madrugada del 3 de mayo.
Se podría decir que con las abdicaciones de Bayona y el trono de Jose Bonaparte no reconocido por los españoles, se crea un vacío de poder, que los deja indefensos ante la invasión francesa, por lo que se crea la llamada Junta Central (formada por juntas provinciales anteriormente creadas) que defenderán el país del incipiente invasor y luchará por el antiguo regimen.
Las tropas napoleónicas avanzaban, pero los españoles tuvieron alguna batalla de éxito como la Batalla de Bailén en julio de 1808, a manos del general Castaño.
Napoleón escribe a su hermano para trasladarse a España y ayudarle en su conquista del país, instalándose en Madrid. Sugirió al país, mediante un decreto, la idea de una monarquía moderada y constitucional. Pronto se dio cuenta de que los españoles eran obstinados y no cederían.
Mandó campañas contra todo el país, destacando la invasión de Zaragoza y Gerona, pero nada tuvo que hacer allí tampoco debido a la resistencia cada vez mayor de los locales.
Las luchas seguían.
España ahora contaba con el apoyo de las tropas inglesas, interesadas también en el fin del amenazante imperio francés.
En 1810 intentan entrar en Andalucía, aunque son parados a su llegada a Cádiz. Sin embargo avanzan hacia Levante y logran conquistar Tarragona y Sagunto en 1811.
También entran en Badajoz y lo ocupan.
En enero de 1812, Wellington que reune tropas inglesas, españolas y portuguesas reconquista Ciudad Rodrigo y Badajoz, avanzando y logrando conquistar a los franceses en la Batalla de Arapiles; los franceses se retiran y José Bonaparte abandona Madrid y se retira a Valladolid, dónde pierde su última batalla teniendo que huir a su Francia natal en diciembre de 1813.
A finales de 1813 se firma el tratado de Valençay, que ponía fin al conflicto, reconociendo Napoleón como rey de España a Fernando VII.
La Constitución de 1812
Cabe decir, que durante el final de la guerra, la Junta Central convoca en 1812, las muy conocidas Cortes de Cádiz.
En ellas se logra la abolición de la Inquisición, la libertad de imprenta, libertad económica comercial o desamortizaciones.
Pero sin duda, el hecho más significativo, es la promulgación el 19 de marzo de 1812, de la Constitución, conocida como la Pepa por la fecha en que fue aprobada (origen de la popular frase ¡Viva la Pepa!).
Contaba con 384 artículos.
En ella se reconoce la división de poderes (ejecutivo, judicial y legislativo), la soberanía nacional y el sufragio indirecto, basándose en ideas liberales y siendo ejemplo de posteriores; también el reconocimiento de los derechos individuales a la educación, libertad de propiedad etc.
Sin embargo solamente duró 2 años, pues Fernando VII la deroga durante su reinado, por lo que se viven 6 años de absolutismo, hasta el 1820 que vuelve a la vigencia tras el pronunciamiento de Riego y hasta 1868.
Como curiosidad y para terminar este artículo, transcribimos aquí la carta que envía Carlos IV a Napoleón tras su abdicación a favor de su hijo.
<< Señor mi hermano : V. M. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas ; y no verá con indiferencia á un rey, que forzado á renunciar la corona, acude á ponerse en los brazos de un grande monarca aliado suyo, subordinándose totalmente á la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos. Yo no he renunciado en favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida ó la muerte, pues esta última se hubiera seguido después de la de la reina.
Yo fui forzado á renunciar ; pero asegurado ahora con plena confianza en la magnanimidad y el genio del grande hombre que siempre ha mostrado ser amigo mío, yo he tomado la resolución de conformarme con todo lo que este mismo grande hombre quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la reina y la del príncipe de la Paz.
Dirijo á V. M. I. y R. una protesta contra los sucesos de Aranjuez y contra mi abdicación. Me entrego y enteramente confío en el corazón y amistad de V. M., con lo cual ruego á Dios que os conserve en su santa y digna guarda. De V. M. I. y R. su muy afecto hermano y amigo: Carlos >>