La semana pasada se habló de la cultura mesopotámica y sus creencias, centrándose el artículo en la cosmogonía. Hoy se profundizará en los otros mitos propios de esta civilización y la influencia que tuvieron en la configuración de la sociedad occidental.
-
Inanna y el descenso a los infiernos.
Uno de los relatos más conocidos es la historia de Isthar o Inanna y sus descensos a los infiernos. Este mito entra dentro de los ritos de la agricultura, en los cuales una divinidad desciende al inframundo y luego resucita, tal es el caso de Dionisos, Perséfone u Osiris. Todas estas divinidades, sean masculinas o femeninas, simboliza el ciclo de la naturaleza. La semilla que no muere en la tierra no puede renacer en primavera. De algunas de estas deidades se habló en el artículo sobre la Vendimia. Suelen ser dioses o diosas vinculados a la naturaleza y a la vida.
En la religión mesopotámica este ciclo de la muerte y la resurrección del dios lo juegan Inanna y Dumuzi o Isthar (Venus) y Tammuz. Éste es considerado un dios de la agricultura. En el relato sumerio Inanna decide descender a los infiernos para suplantar a su hermana mayor, Ereshkigal. La diosa del amor aspira a reinar en el mundo inferior, lo cual simboliza el enfrentamiento entre la vida y la muerte.
A medida que Inanna/ Isthar va traspasando las puertas del Hades se tiene que despojar de sus vestidos y adornos. Cuando llega frente a su hermana se encuentra completamente desnuda, es decir, privada de sus poderes. Entonces Ereshkigal posa sobre ella su mirada de muerte y la diosa del amor cae inerte.
Pero el amigo de Inanna, Ninshubur, avisa a los dioses de lo ocurrido. Enlil y Nanna- Sin se desentienden en un principio de la suerte de la diosa. Ésta ha intentado penetrar en unos dominios que no le corresponden y debe pagar por ello. Pero Enlil se conmueve al final de Inanna y decide ayudarla. En algunos relatos el dios se ve obligado a actuar por las consecuencias del cautiverio de Isthar: la reproducción animal y humana ha quedado interrumpida. La interrupción de las relaciones entre Inanna, diosa del amor y la fecundidad, con su esposo Dumizi o Tammuz rompe el orden natural.
Enlil manda a dos mensajeros al infierno con alimento y agua de la vida. Los dos enviados consiguen llegar hasta el cadáver de Isthar y reanimarlo. Pero cuando van a salir los jueces del infierno, los Anunaki, la retienen. Nadie puede salir del Hades sin sufrir daño. Los Anunaki le proponen un intercambio. Si alguien está dispuesto a sustituir a la diosa y quedarse en el infierno, ésta podrá regresar a la tierra.
Isthar retorna a la superficie acompañada de una tropa de demonios, los galla, encargados de hacerla volver a los infiernos si no les entrega a otro ser divino. Después de recorrer muchos sitios llegan por fin a Erek, la ciudad de Inanna. Para su sorpresa Dumuzi se ha proclamado soberano único de la ciudad y se ha sentado en su trono. La diosa fija en él su mirada de muerte y le condena a sustituirla en los infiernos. Dumuzi debe bajar al Hades y permanecer en él. Pero Ereshkigal se compadece de su pesar y mitiga su destino, sólo deberá permanecer en los infiernos seis meses, los otros seis será reemplazado por su hermana, Geshtinanna. En este caso se puede apreciar una semejanza con el destino de Perséfone, que debe permanecer en el infierno también seis meses.
Algunos relatos acadios cambian el motivo por el que la diosa desciende al inframundo. En lugar de querer suplantar a su hermana, Isthar baja al país sin retorno para rescatar a Tammuz, su esposo. El culto Tammuz tuvo mucha importancia en la época clásica y su influencia puede verse en otras culturas, por ejemplo en el Antiguo Testamento Ezequiel critica a las mujeres de Jerusalén por celebrar el rito a Tammuz.
-
El mito del diluvio.
En la zona del Mediterráneo se extiende la creencia en un diluvio universal que supuso la destrucción de todo y su regeneración. Alusiones a este mito se encuentra en muchos relatos, aparte del conocido pasaje del Antiguo Testamento. En el Libro de las Invasiones de Irlanda se cuenta que los primeros habitantes de esta alejada isla llegaron a ella huyendo del diluvio. La alusión más antigua a este “fin del mundo” se encuentra en la religión sumeria y acadia. En ella sólo se salva un ser humano, llamado Zisudra en la versión sumeria y Utnapishtim en la acadia.
La destrucción de la tierra por el agua simboliza el resurgimiento del caos primordial, del que provenía todo. Las aguas, como ya se ha mostrado en otros artículos, representan este caos. Pero el diluvio da lugar a una nueva tierra, libre de la corrupción de la anterior.
Zisudra o Utnapishtim será el único que se salve de la destrucción, pero no podrá disfrutar de la nueva creación. Queda como un semidios, ya que se le otorga el don de la inmortalidad. En el relato de Gilgamesh aparece este personaje, al que el héroe va a buscar para obtener él también la inmortalidad. Pero Gilgamesh no ha realizado ninguna proeza que le valga semejante gracia, ni siquiera es capaz de aguantar en vela unas noches. Gilgamesh no recibe por ello el don de la inmortalidad, pero sí obtiene la planta de la juventud. Aunque al regresar a su ciudad con ella la pierde, cuando se detiene a bañarse en un pozo. La serpiente primordial le roba la planta. De ahí que las serpientes cambien de piel, simbolizando la regeneración. Ante esto Gilgamesh debe regresar sin nada y vivir como el resto de los mortales.
El mito del diluvio está muy extendido, no sólo por el Mediterráneo. Se cree que pudo basarse en una o varias catástrofes diluviales, al desbordamiento de los ríos. Pero explicar la cantidad de relatos sobre el diluvio universal apelando sólo a una posible inundación, de la cual no se tiene pruebas geológicas, resulta imprudente. Por ello la explicación más posible es que esta serie de mitos pertenezcan a las cosmogonías. El mundo envejecido, poblado en una humanidad en decadencia, es sumergido en las aguas para, poco después, resurgir purificado. Un mundo limpio surge del caos acuático. El mito del diluvio sería un apocalipsis momentáneo. Casi todas las religiones tiene este tipo de ciclo de muerte y resurrección.
En muchas de las variantes del mito, como es el caso de la judía y de la acadia, el diluvio es consecuencias de las faltas de los hombres. Aunque no siempre ocurre así, en algunos relatos la inundación se debe al simple deseo de un ser divino. No es originado por la acción de los hombres, sino por el natural envejecimiento de los tierra. El mismo hecho de existir conduce a la destrucción. Hay que tener en cuenta que este tipo de religiones mantiene una temporalidad cíclica. De ahí que de la muerte resurja de nuevo la vida. Esto relacionaría el diluvio con los ritos del Año Nuevo.
Bibliografía:
Anónimo, (2014), Enûma Elis. Y otros relatos babilónicos de la creación, edición de Lluís Feliu Mateu y Adelina Millet Albà, Barcelona, ed. Trotta.
Anónimo, (2010), Gilgamesh. O la angustia por la muerte. Barcelona, ed. Kairós.
Anónimo, (1975), Biblia de Jerusalén, Madrid, ed. Desclee.
Eliade, Mircea, (1978), Historia de las creencias y las ideas religiosas, Barcelona, ed.Paidos.
Frazer, James George, (2011), La rama dorada, Mexico, ed. Fondo de Cultura económica.
Graves, Robert, (2008), Los Mitos griegos, ed. Grupo Anaya.