Cuando a mediados del S.XIX un grupo de arqueólogos excavaban en Egipto, no podían imaginarse que los restos que acaban de encontrar supondrían uno de los descubrimientos más importantes para la historia de la civilización.
Los restos se hallaron en la zona que hoy se llama de Tel El-Amarna, y comprendían templos y restos con caligrafías y dibujos que no se parecían en nada a los restantes de Egipto.
Con el tiempo darían con el nombre del faraón que construyó aquella ciudad y cuyo reinado cambiaría por un tiempo la religión de su país.
Amenofis IV, más conocido por Akenatón, cambió la religión existente, politeista, por el culto a un solo dios: el dios sol llamado Atón, desafiando todo orden establecido.
Pero a pesar de todos los restos encontrados, que tardaron años en estudiarse, aún quedan muchas incógnitas acerca de todo lo que pasó en aquellos años convulsos en las orillas del Nilo.
Amenofis IV, nace en 1373 a.C., en Tebas, donde vivirá parte de su infancia; fue el décimo faraón de la dinastía XVIII, englobada en el periodo llamado Imperio Nuevo.
Era hijo de Amenofis III, que ya había empezado a introducir en el imperio el culto a Atón, aunque conservando el resto de dioses.
El sucesor de Amenofis III debía de ser su hijo Tutmosis, pero muerto éste prematuramente, los poderes pasarán a Amenofis (también llamado Amenhotep) que es nombrado faraón, según documentación, entre los 14 y los 16 años.
No era ni de lejos, el preferido de su padre, no se interesaba mucho por el país y las batallas, y si más por el arte o la literatura, de hecho cuando era pequeño lo mandaron a vivir durante años con sus abuelos en Heliópolis, tomando muchas influencias de ellos.
La vida por aquel entonces giraba en torno a los dioses y a los sacerdotes de Amón, dotados de gran poder, algo que Akenatón ya parecía rechazar desde pequeño.
Amenofis, que será Amenofis IV, tenía por esposa principal a la bella Nefertiti con la que ya se había casado siendo príncipe.
Faltan muchos datos acerca de los primeros años de reinado, dado que, a pesar de que fueron muchos los restos arqueológicos encontrados, no despejan todas las incógnitas planteadas.
Sí sabemos, que a los cuatro años de reinado, el faraón cambia su nombre por Akenatón (pudiendo traducirse como “el que agrada” a Atón) y decide trasladar la corte a un lugar nuevo, cerca del Nilo pero en una zona desértica.
Plantea la construcción de una ciudad, la nueva capital de Egipto a la que llama Aketatón (el horizonte de Atón), lo que hoy llamamos Tell El- Amarna, de ahí el nombre que se le da al periodo: el periodo amarniano, que engloba el reinado de Akenatón y Nefertiti, el del misterioso Esmenjkaré, Tutankhamón y Ay, y sin duda, una de las épocas más apasionantes y misteriosas del Antiguo Egipto).
El lugar fue elegido después de que el faraón vislumbrase el sol parado entre dos montañas, viéndolo como una señal para construir ahí su nueva capital.
En la ciudad vivían más de 10000 personas, funcionarios, comerciantes … contaba con la avenida más grande el Antiguo Egipto, por la que era frecuente relizar procesiones con carros, capitaneados por el propio faraón.
Todo era grandeza, y el niño que había sido rechazado por su familia, acabó convirtiéndose en la persona más poderosa del Imperio.
Los sacerdotes de Amón el dios principal hasta ahora, eran cada vez más poderosos y ésta es una de las razones por las que el faraón decide acabar con la religión existente.
El nuevo y único dios será Atón, representado por un disco solar de cuyos rayos se extienden unas manos, que abrazan al faraón, ya que era un intermediario del dios en la tierra. Sólo a través de él se podrá llegar al dios Atón.
Desaparecerán los tradicionales dioses conocidos hasta ahora, Horus, Osiris, Anubis, Isis … todos ellos representados siempre con forma humana, o la mayor parte de ellos, aunque algunos tenían cabeza de animal.
Aquí radica también la mayor diferencia, pues Atón era simplemente el sol, el que iluminaba la tierra y la vida, y fue representado como tal, como un disco solar, sin rastro de forma humana.
A raíz de ésto, manda destruir cualquier templo que pueda mostrar imágenes de otros dioses, enterrando para siempre las tradiciones de miles de años, algo que no es bien recibido por el pueblo que parecía seguir adorando a los dioses de siempre en secreto. Se obsesionó, siendo cada vez más iconoclasta.
Cambia el culto, cambia la historia y cambia el arte, pues incluso las pinturas y bajo relieves reflejan otro tipo de escenas no vistas anteriormente, centrándose sobre todo en escenas familiares. Cambia las formas de los cuerpos, los muestra tal como son, y tiende a alargar los cráneos.
Hay que pensar también, que los artistas no podían representar antiguos dioses ni batallas, por lo que tuvieron que plasmar figuras nuevas.
En la ciudad de Tell El-Amarna se han encontrado durante largos años más de 67000 piezas, con escenas y jeroglíficos que nos dan pistas de cómo era la vida, y como fue la situación política en esa época pero aún queda muchísimo por entender, y es que Egipto Antiguo es un mundo por explorar y del que todavía nos faltan muchos datos para comprender toda su magnífica historia.
Incógnitas que rodean su vida, teorías y muerte del faraón:
Así como Akenatón manda enterrar y hacer desaparecer todo lo que no se corresponda con el nuevo culto, lo mismo harán con el suyo posteriormente quienes restauran el panteón original de dioses que siempre ha caracterizado la religión del Antiguo Egipto.
Es ésta una de las razones por las que la mayoría de los restos no se han encontrado y por la que nos falta tanta información.
Entre las muchas incógnitas está la del propio aspecto del faraón.
Tenemos varias representaciones, tanto en pintura como en escultura y llama la atención las formas de su cuerpo.
Cabeza muy alargada, al igual que el tronco, vientre prominente, cuello y piernas muy estilizados… podemos decir que de aspecto bastante andrógino, y desde luego, nada que ver con las figuras de sus antepasados.
La teoría más fácil es pensar que si fue representado así, se debe simplemente a una orden, a dar una forma nueva para ser siempre recordado, a retratarse tal como era, pues de pequeño podía haber sido la burla de todos los que le rodeaban por la extrañeza de su cuerpo.
Muchos investigadores dan hipótesis sobre problemas físicos severos.
Un grupo de expertos estadounidenses de la Universidad de Yale, afirmaron en el 2008 que Amenofis IV pudo ser hermafrodita, teniendo formas de mujer a pesar de tener desarrollados los órganos masculinos.
Para esto se basan tan solo en su aspecto, y necesitarían estudiar el cuerpo del faraón para probarlo científicamente.
Otros estudiosos señalan que el faraón pudo haber sufrido el síndrome de Marfan, que es una dolencia genética caracterizada por el alargamiento de algunas zonas del cuerpo, sobre todo manos y rostro.
La verdad es que el estudio de este faraón trae cola.
Las hipótesis son infinitas, y entre ellas, como no, hay quien afirma que el faraón era en verdad un alienígena, y de ahí lo diferente de sus formas (no es la primera vez que escuchamos que la civilización egipcia demasiado avanzada para la época y se podía deber a una causa extraterrestre…)
En la KV55 es donde en 1907 se descubre lo que podría ser la momia del faraón hereje, han pasado más de 100 años del descubrimiento y aún a día de hoy no sabemos si se trata de una tumba, o de una sala de embalsamamiento. Es una gran sala, donde se hallaron siete momias, de las cuales se cree que una de ellas, en la que descansaba una mujer , es la de Tiy, madre de Tutankhamón, y por ende, una de las esposas de Akenatón. Otros estudiosos afirman que la madre del faraón niño, es, sin embargo, la llamada «dama vieja» que apareció en la KV35 y que conserva una larga melena pelirroja.
Otra de las momias, después de varios estudios de comparación de ADN se ha dado como la del propio rey, pero a día de hoy, muchos arqueólogos tienen sus dudas. Está tan dañada que no nos puede dar demasiada información. se hallaba en un ataúd de madera con incrustaciones de oro y piedras preciosas, pero con los sellos donde suele ir el nombre, arrancados. Al abrirla, se convirtió en polvo, quedando tan solo unos pocos huesos.
Seguramente su momia (si es que es él) fue trasladada desde la antigua Tell-El-Amarna hasta la KV55.
El estudio de esta tumba del valle de los reyes merecería otro artículo aparte, ya que son muchos los datos.
Pero, ¿en que circunstancias murió Akenatón?
Ésta es sin duda otra de las incógnitas de esta historia.
Por la poca documentación que se maneja se cree que murió en le año 17 de su reinado, quedando en el trono como regente su amada Nefertiti, que solo le había dado hijas, por lo que el heredero sería el varón que tuvo con una de sus esposas secundarias, Kiya: Tut-Anj-Atón, al que todos conoceremos como Tutankhamón.
Sin embargo y antes que Tutankhamón hubo un faraón, del que nos e sabe mucho y rodeado de misterio, llamado Esmenjkaré, que pudo llegar a reinar algún año junto a Akenatón.
Según uno de los mayores egiptólogos de la historia, Nicholas Reeves, este faraón podría ser nada más y nada menos que la propia Nefertiti, que adoptaría la identidad de un hombre para poder reinar.
Lo cierto es que Nefertiti llega un momento en el que desaparece de escena y muchos han afirmado que había caído en desgracia.
Afirma además que los colosos hallados en Tell-El-Amarna, que no tienen sexo, se deberían a una representación de la reina.
Este arqueólogo define a Akenatón como un tirano capaz de hacer lo que sea para acaparar el mayor poder posible, en contraposición hay que decir que sus asuntos con la religión, le hacen descuidar el Imperio que se ve en peligro y que comenzará a ser restaurado a raíz del reinado del faraón niño, Tutankhamón.
El caso es que poco sabemos de la muerte de Akenatón, pudo incluso ser asesinado, ni de la de su esposa Nefertiti, de la que nunca se encontró su tumba, aunque, como ya hemos narrado en un anterior artículo, este mismo arqueólogo, Reeves, afirma haber encontrado una sala en la tumba de Tutankhamón (KV35)que podría revelar la tumba de la hermosa reina de Egipto.
Como hemos dicho, las teorías más dispares acompañan a la figura de este faraón.
Una de ellas, afirma que Akenatón era en realidad Abraham, y por eso su culto a un solo Dios. A partir de esta afirmación, dada por unos investigadores franceses judíos (Roger y Messod) , Moisés no sería hebreo, si no Egipcio, y los nombres cristianos de los que le rodean esconderían uno egipcio o viceversa. Se basan en las similitudes que encuentran en los versículos del Éxodo, en comparación con textos de las tumbas egipcias, y se preguntan como una tribu que permaneció más de 400 años en Egipto no se ve representada en sus obras de arte, documentos, etc.
Para ellos el Éxodo, sería el abandono de Egipto de los habitantes que seguían la religión monoteísta del culto a Atón y no los hebreos.
El Himno de Atón, encontrado en las tumbas de sus funcionarios, tiene un parecido increíble con el Salmo 103 de la Biblia.
De todo lo que se ha dicho una de las teorías más sorprendentes es que la dinastía de Akenatón tenía su origen en Europa y más concretamente en Asturias, pero esa es otra larga historia.
Sea como fuere, Akenatón, el rey hereje, es una de las figuras más enigmáticas de la historia, y como en muchos de los casos de personajes de la antigüedad, y, sobre todo en los egipcios, tendremos que esperar, hasta que nuevos descubrimientos o estudios nos aclaren que pasó en esa apasionante periodo del Imperio Nuevo.